jueves, 26 de diciembre de 2013

Día 4 / Mañana - ¿A quién quiero?

Tenía las manos hacia atrás, y entre sus pequeñas manos estaba mi móvil, un móvil que me había quitado en un descuido. Estábamos en un ascensor, no había nadie alrededor, no había testigos.
-Dámelo -le dije mientras acercaba mis manos a las suyas.
También se acercaban nuestros cuerpos y nuestros rostros. Miraba sus ojos, sus labios, sus pechos <<Qué pechos>>, en eso nuestras miradas no se apartaron y nos quedamos en silencio <<Bésala>>.
Estaba sentado con la portátil viendo la televisión cuando de repente me habla una amiga con la que no hablaba desde hacía mucho tiempo. Una antigua compañera de clase que venía de vacaciones a la ciudad donde vivo actualmente. Me decía que venía por unos meses y que deberíamos quedar para salir por ahí y conocer la ciudad. Yo estaba encantado de volver a verla, eso significaba revivir viejos momentos de cuando vivía en aquella ciudad, hablar de las antiguas amistades y ponerme al día de cómo siguen las cosas.
-¡Genial! Avísame cuando llegas y te iré a ver para salir. Iremos por ahí a conocer sitios y conversar. -Le contesté alegre y emocionado al pensar en volver a verla.
-¡Ok! Ya te aviso. -Dijo cerrando la conversación.
El mensaje de su llegada llegó. Estaba algo emocionado, pensaba que quizás había cambiado, que puede que hasta me guste, que puede que hasta tengamos algo. Quería verla, hablar con ella y contarnos qué había sido de nuestras vidas. Hablamos durante un rato por skype sobre lo que estábamos estudiando y el tipo de cosas que nos gustaban, pero se tuvo que ausentar por unos minutos y me dejó hablando con su hermana menor, siendo esa la primera vez que hablé con ella. Le pregunté casi lo mismo, y es curioso porque tengo una especie de protocolo cada vez que empiezo una conversación con alguien nuevo. Me cayó bien, de hecho me pareció más madura que mi amiga, aunque al final mi amiga volvió y retomamos la conversación, estableciendo la hora a la que nos veríamos.
Fui en bicicleta hasta su casa, tuve que subir una calle bastante inclinada con la bicicleta, y cuando llegué estaba cansado, sudando y muerto de sed. Toqué la puerta sin oír respuesta <<No me habrá hecho venir por nada>>. Volví a tocar <<Si me ha hecho venir por nada me enfadaré>>. Toque más fuerte escuchando un ruido dentro <<Espero que ese ruido sea alguien que venga a abrir>>. Salió una chica de trece años; era mona, tenía una cara redondita, el cabello largo y usaba gafas <<Cómo me encantan las gafas>>. También me fijé en sus pechos bastantes desarrollados para su edad, la cual se reflejaba en su estatura pero no exactamente en su físico.
-¿Está ****? -Pregunté sonriente esperando la obvia respuesta.
-Ahora viene, está dentro -Me contestó mientras me observaba con la típica curiosidad de cuando conoces a alguien.
Tenía una voz algo temblorosa, pero sonaba madura.
-Por favor -Le dije mientras sonreía algo avergonzado por el sudor que se podía observar en mi frente y patillas-, ¿Podrías darme algo de agua?, es que estoy algo cansado y tengo mucha sed.
Me trajo un gran vaso de agua que bebí encantado y con rapidez, y en eso salió ****. Era ella, y no había cambiado en nada, seguía siendo la misma; seguía estando gorda, sus pechos eran pequeños, como si no se hubiesen desarrollado correctamente; usaba ropa de tío, se comportaba como uno, y eso que habían pasado tres años. Sonreí, la saludé con un abrazo y dos besos, hablamos durante un rato hasta que le pregunté si nos podíamos ir. Miré a la chica de trece años, ella era la hermana menor, a la que también invité para que viniera con nosotros.
-¿Vienes con nosotros?.
-Mmmm... no, gracias -Respondió con un rostro que reflejaba claramente que lo que quería era lo contrario.
-Bueno, no pasa nada. La próxima vez será -Le contesté con mi sonrisa característica.
Y así es como la conocí, esa fue la primera vez que la vi. Nunca imaginé que todo iba a cambiar.
Era verano, mi amiga había regresado a su ciudad y yo estaba de regreso de aquella ciudad de Asia. Fui a visitar a la amiga de mi amiga, y de paso también visitar a su hermana menor. Estuvimos hablando sobre mi viaje y la acompañé a hacer recados. Fuimos al edificio donde vivía su tío para entregar un tazón de comida. Al bajar, la amiga de mi amiga decidió bajar por las escaleras, pero yo soy demasiado vago, y la hermana de mi amiga también, por lo que decidimos usar el ascensor. Antes de entrar al ascensor ella me quitó el móvil y entró con rapidez; yo la seguí.
-Dame mi móvil -Se lo ordenaba mientras tendía mi mano esperando a que me lo devolviese.
-No -Me respondió con mirada desafiante, el móvil en sus manos, y una sonrisa.
-Dámelo -Le dije mientras estiraba mi mano hacia las suyas... que las llevaba hacia atrás.
Me acerqué a su rostro y nos miramos fijamente mientras nos quedamos en silencio. <<Joder, que es menor de edad>>. Quería besarla, lo deseaba, pero no lo hice.
Llegamos a la planta baja y me devolvió el jodido móvil. En eso llegó la amiga y continuamos hablando como antes. El resto de la tarde fue normal, me despedí de la amiga, de ella y de sus padres.
A partir de ese día empezamos a hablar por whatsapp. Hablábamos a menudo, a veces me contaba sus problemas. Empecé a apoyarla en ese aspecto, quizás es por eso que ella se fijó en mí. Le daba ánimos, le decía lo genial que era. Al principio simplemente se lo decía para hacerla sentir bien, pero luego me empezó a gustar, y mucho. Poco a poco le iba diciendo más y más cosas, ese tipo de cosas que le dices a las chicas cuando te gustan. Sentía que estaba haciendo el ridículo, y que seguramente ella pensaba que yo era idiota o algo así, más que nada porque no decía nada al respecto, hasta que un día dejó de hablar.

Tengo cinco años más que ella. No es muy alta, es un poco regordeta y tiene una cara redondita. Usa gafas, tiene el cabello oscuro, largo y liso; unos pechos grandes para su edad, y en general un físico bastante desarrollado; es muy irónica y sarcástica, un poco cruel de vez en cuando, llegando a ser borde para algunos; dice lo que piensa y no tiene miedo; es muy inteligente y algo friki. Todo eso es lo que me gusta de ella, sobretodo el hecho de que me sacaba de quicio, y todo empezó ese día en el ascensor.

Pensaba que la había cagado, que no debí haberle dicho nada, y pensé eso durante mucho tiempo, hasta que este verano recibí un mensaje. Era de ella y me pedía perdón por no contestarme las otras veces; había estado ocupada. Me emocioné al ver que me contestaba, y me gustó el que se haya acordado de mí. Entonces volvimos a hablar como antes, aunque esta vez mucho más. Yo seguía diciéndole las cosas que le decía antes, pero ahora me contestaba y hablábamos sobre ello. Le gustaba, lo sabía.
Whatsapp y Skype eran nuestros medios, primero con mensajes para luego pasar a las vídeollamadas, donde siempre le decía que me gustaba y no paraba de mirarla haciendo que se sintiera avergonzada.
-¿Por qué me miras así? -Preguntaba sonrojada y mirando hacia la cámara de vez en cuando.
-Porque sí, porque me gusta verte -Le contestaba casi siempre.
Quizás hacía mal, tengo cinco años más que ella, pero era lo que sentía.
¿Por qué por internet? ¿Por qué sólo chateábamos? Porque ella estaba de vacaciones en la ciudad donde yo antes vivía, estaba con su hermana mayor, y a veces bebía con ella <<Vaya ejemplo de hermana mayor que bebe con su hermanita>>, y ella me hablaba borracha. Un día me dijo aquella palabra que para mí es difícil de decir, y cuando me lo dijo no supe que contestar.
-Te quiero. -Pude leer junto a otros mensajes incoherentes.
Me quedé sin palabras.
-Me quiero acostar contigo -Leí a continuación.
En cierto modo me gustaba la situación; ella me quería, me deseaba, y yo a ella, pero era demasiado. Sólo le dije que se tranquilice y que vaya a dormir, que seguramente se arrepentiría de ello a la mañana siguiente.
-Lo siento, de verdad, lo siento, no sabía lo que decía; estaba borracha. Perdón -Fueron sus palabras al despertarse al día siguiente.
Mi amiga no sabía nada de lo que pasaba, y la menor, al querer consejos, acudió a ella. Mi amigo se enfadó y no quiso saber nada de mí. Tuvimos una charla en la que me le dijo lo que pensaba.
-Eres mayor que ella. Déjala en paz, que viva su juventud, tú puedes tener a cualquiera de tu edad. Si me entero de algo más, si te acercas a ella, se lo diré a su madre para que no la dejen salir <<¿En serio harás que la castiguen y la priven de su libertad?>>. Conversación cuyo final quedó sin zanjarse, dejándome en la vídeollamada solo con la hermana menor.
La vi llorar y quería consolarla, quería estar ahí con ella y que se desahogue en mi hombro, pero sólo me quedaron las palabras. Al final decidió hacerle caso a su hermana mayor, sabía que lo iba a hacer, era lo correcto. Entonces acordamos no hablar más... Pero un día le envié un mensaje.
-Hola. -Le dije, esperando alguna respuesta.
-Hola... ¿Qué pasa? ¿Por qué me hablas? -Me contestó extrañada.
Ella estaba en el avión de regreso a la ciudad, y hablamos un rato respecto a lo sucedido hacía semanas. Después de una larga conversación donde le volvía a decir que me gustaba mucho, le pregunté qué era lo que ella sentía por mí.
-Me encantas -Escribió mientras respiraba nerviosa-. ¿Ahora qué? ¿Qué pasará? -Preguntó mientras yo me sentía mal, muy mal.
-¿Qué es lo que quieres?
-Ahora mismo no quiero nada, pero me gustaría seguir hablando contigo, como amigos, y si después, en unos años, seguimos sintiendo lo mismo, podríamos ver qué pasa -Leí muy a mi pesar.
Tardé en contestar, eso porque realmente quería estar con ella, y mantenerla como una amiga iba a ser muy difícil. La quería como algo más que eso.
-Supongo que lo mejor es no hablar. No podré mantener una conversación sin decirte lo mucho que me gustas, y no creo que podamos ser sólo amigos, al menos será difícil para mí... Bueno, hay que borrar el historial de nuestras conversaciones y ver qué pasa; por si tus padres revisan tu móvil -Le respondí.
No sé por qué volví a hablarle, no lo sé, no sé por qué lo volví a hacer sólo para decirle eso. Me gusta, a pesar de que el tiempo ha pasado. No puedo decir que la quiero... por alguna razón no puedo, pero me gustaría estar con ella, tener algo con ella, sin importar la edad. Quizás no puedo decirle que la quiero por la misma razón por la que no puedo prometer que estaré con ella toda la vida, porque ni siquiera sé lo que pasará mañana. Ella aún es muy joven, puede conocer a alguien que le haga sentir mejor de lo que le he hecho sentir yo. No quiero que se atasque, quiero que sea feliz; quiero que viva.

Después de unos meses sus padres me invitaron a su cumpleaños, al cual no fui porque iba a ser raro. Pero fui el día siguiente a dejarle el regalo, una manualidad; aquel verano había aprendido a hacer manualidades, y se lo comenté a ella, pero cuando lo hice le prometí que le regalaría una, por lo que una promesa es una promesa. Al llegar a su casa su padre me abrió la puerta y me invitó a pasar.
-¡Mira quien ha llegado, el amigo de A********! -Exclamó el padre mientras yo caminaba tras él.
-¡Ey, hola! ¿Cómo estás? -Preguntó la madre mientras me saludaba-. Voy a llamar a A********.
El padre se metió a su habitación y no volvió a salir, pero la madre fue a buscar a su hija, y cuando salió dijo:
-Dice que ya sabía que ibas a venir, pero no nos había dicho nada.
-¿En serio? -Pregunté extrañado- No le había dicho nada, quizás estamos conectados telepáticamente -Dije riendo.
Me senté a hablar con su madre sobre la reciente celebración del cumpleaños de su hija. Después de unos minutos ella salió <<Seguro que te has cambiado de ropa y te has puesto guapa para mí>> con cara de sorpresa.
-<<¿Qué haces aquí? Se suponía que no vendrías, se suponía que no hablaríamos>> -Podía leer en sus ojos.
Yo me ponía de píe y me acercaba para saludarla con dos besos húmedos en sus mejillas carnosas, mientras que con la mirada nos decíamos otra cosa.
-¿Qué tal? ¿Cómo estás? -Le pregunté.
-Bien... -Lo dijo mientras podía ver en sus ojos la extrañeza de verme ahí.
Hablábamos a ratos, sólo cuando su madre se iba a hacer alguna cosa que otra, y me contaba lo que sus amigas hacían, mientras su padre roncaba en su habitación.
-<<Espero que tú no seas como las guarras y asquerosas de tus amigas, por favor no>> -Pensaba con las cosas que decía sobre ellas.
Al entregarle el regalo le dije que podía abrirlo, pero no lo hizo, dejándolo ahí. Su madre me ofreció un trozo de tarta y unas cosas para picar. No tenía hambre pero no quería rechazarlo y terminé el trozo que me dio. Se hacía tarde y decidí que ya era hora de irme, poniéndome de pie y metiendo en mi mochila la comida que su madre me ofreció. Volví a mirarla para despedirme con dos besos <<Cómo quiero comerte la boca>>.
Mientras bajaba aquella inclinada calle, dirigiéndome al metro, pensaba en cómo había ido, y la verdad es que me sentía bien, me sentía que me iba triunfante del lugar, cayéndole tan bien a sus padres y sorprendiéndola de ese modo.
-<<Tengo a su familia>> -Pensé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Algo que contar?